domingo, 14 de diciembre de 2008


En la niñez la mente, contenta con cada bagatela y desprovisto de cuidado, con expresión ausente persigue sus pequeños placeres, y, bendito con la ignorancia de los males y las decepciones de vida, mira avanzado con esperanzas optimistas a las escenas de hadas de felicidad; mientras el ojo brillante y sin lágrimas, que descansa sobre el exterior de cosas, ve un paraíso en cada césped y arboleda. ¿A menudo quieren un recuerdo de estos placeres infantiles con el éxtasis en futuros años, mientras el hombre, olvidadizo de los preocupando y lloriquear de niñez, indulgentemente pregunta, Por qué eran los antiguos días mejor que estos?